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Cúpula / Sheinbaum frente a las desapariciones.

Columna publicada el martes 22 de abril de 2025.

La referencia es tan necesaria como ilustrativa.

La cita ocurrió la última semana de septiembre de 2014.

A unos días de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa el presidente Peña Nieto convocó a una reunión de emergencia.

Todo el gabinete y asesores se reunieron en la residencia oficial de Los Pinos.

Las voces sensatas subrayaron la gravedad de la situación y agregaron que era necesario sacrificar al gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero para apaciguar los ánimos sociales.

La mayoría del gabinete estuvo de acuerdo.

Pero el cerebro de Bucareli se opuso.

El Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong se negó a la caída del mandatario guerrerense.

Aseguró que si permitían la destitución se daría un efecto dominó.

Por supuesto, el mandatario federal no mostró la inteligencia, ni la fuerza para tomar una decisión propia y se impuso la narrativa de Osorio.

Las consecuencias sociales y políticas fueron devastadoras.

Bajo la consigna “Fue el Estado” el país se estremeció.

Miles de jóvenes salieron a marchar en las calles de decenas de ciudades y en la capital la concentración fue la más grande en décadas.

El costo histórico de proteger a Aguirre por el crimen fue descomunal.

El lector debe saber que el término desaparición forzada se refiere a actos del Estado o gobierno.

Es decir, crímenes que se ejecutan por órdenes de agentes políticos, militares o policiacos.

Dos grandes conflictos tuvo Peña Nieto, los 43 desaparecidos y la casa blanca.

A partir de ese momento el tricolor perdió toda posibilidad de continuar en el poder.

Una crisis social de magnitud histórica provocada por una desaparición forzada le abrió la puerta a la izquierda de López Obrador quien pudo caminar sin obstáculos hacia Palacio Nacional.

Ironías de la historia. Ahora el régimen de la Cuarta Transformación enfrenta una encrucijada internacional precisamente por las desapariciones forzadas.

En próximas fechas el Comité contra la Desaparición Forzada (CED) de Naciones Unidas determinará si lleva el caso mexicano ante la Asamblea General; es decir el pleno de la ONU.

Los miembros del referido comité señalan que en nuestro país se registran más desapariciones que en cualquier escenario bélico del orbe.

Es un fenómeno criminal que ni siquiera ocurre en Afganistán, Gaza o Ucrania.

La realidad es que la presidenta Claudia Sheinbaum solo tiene un camino, una ruta, reconocer que si hay agentes políticos que van desde gobernadores hasta presidentes municipales implicados en desapariciones.

De la misma forma se deben señalar a militares y jefes policiacos que han participado en esos actos.

Es imposible ocultar la participación de agentes del Estado ya sea por acción directa o por encubrimiento.

A estas alturas tratar de negar la catástrofe humanitaria es inútil.

Simplemente no se puede cubrir el Holocausto mexicano.

La verdad está constituida de una sustancia que no se evapora, no se diluye, ni se fragmenta.

Incluso tiene una singular relación con el tiempo.

Todos los elementos de la existencia se desintegran con el paso de los años.

Lo único que permanece después de lustros es la verdad.

Incluso se endurece y solidifica con las décadas.

Sheinbaum tiene la responsabilidad de aceptar ante Naciones Unidas que las desapariciones forzadas son una realidad y someter a la justicia mexicana e incluso ante la Corte Penal Internacional a algunos de los responsables.

El costo de negarlo la llevaría a la defenestración histórica.

Al tiempo.

cupula99@yahoo.com


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